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viernes, 12 de agosto de 2011

Ximena Ayala y el arte de provocar


La carrera de Ximena Ayala ha sido vertiginosa. J. LÓPEZ
  • En busca de una mejor televisión
La actriz afirma que la educación no es responsabilidad de las instituciones y cuestionar es el primer paso para transformar
GUADALAJARA, JALISCO (12/AGO/2011).- “Yo empecé en esta carrera porque tenía la necesidad de cambiar algo”, dijo la actriz de Perfume de violetas (2001) en entrevista. Ximena Ayala es una mexicana talentosa y menudita, una intérprete destacada y dúctil para dar vida a personajes varios, uno de ellos, Yessica, la hizo ganadora del Ariel. Hace poco estuvo en Guadalajara junto con el tapatío Alan Estrada, con quien compartió la tutela de un taller de comedia musical para jóvenes principiantes de esta ciudad.

Dispuesta a todas horas, Ximena dijo sentirse sorprendida por la calidad actoral que encuentra en los tapatíos. Por ahora participa en la serie de Televisa, Revolución, un proyecto de factura nacional, en el que  trabajan actores como Ignacio López Tarso, Juan Carlos Colombo y Cecilia Suárez.

Revolución se ha vuelto especial por quienes la construyen, sin embargo, también arroja en el imaginario preguntas esenciales en una realidad mexicana que parece un espejismo. “Revolución es una gran serie”, dice Ayala, que además de entretener intenta con su pertinencia, colocar en la mesa los temas que acontecen en la actualidad; la manera de convivir y vivir de la política, los ideales de cambio y las ganas de transformación en colectivo. La serie está dirigida por Gerardo Tort y Mafer Suárez, quien también dirigió algunos capítulos de la exitosa serie Mujeres asesinas.

Ayala da vida a Natalia Serdán, hermana de Carmen (Irene Azuela), quien fue un personaje simbólico en la historia de la Revolución por allá de 1910. El personaje vivió en Puebla, frente a la iglesia de Santa Clara a donde se fueron a filmar hace unas semanas, ocasionando la sorpresa de la población. “Natalia, dice la actriz, es una mujer que sostiene la necesidad de sus hermanos, fuerte, con cinco hijos”.

La actriz parece salirse de los lugares comunes, admira a Helena Rojo aunque trabaje en tele y a Karina Gidi “una de las mejores actrices que tiene este país”. A Ximena también se le ha visto en la serie Capadocia. Su carrera la ha construido con teatro, cine y televisión y en alguna entrevista mencionó su interés de emigrar a Europa y si todo sale bien, en una de esas, hasta la dirige Almodóvar. “Uno está donde quiere estar y donde tiene que estar. Me gustan los proyectos sensibles, que van más allá de una forma o sencillamente más allá de entretener al público (...) Cuando cuentas una historia la gente te observa y comienzas a crear un vínculo social, yo tengo un vínculo con el público, yo puedo hablarles desde mí como actriz”.

Así pues comienza una nueva aventura, retoma su personaje de Janet María alias “La mara” en la tercera temporada de Capadocia. Ayala se “echa un clavado” a la parte más “abandonada, desprotegida, manoseada, violentada y abusada de nuestro humanidad. Me voy al eslabón más bajo. Es duro entrar en esa realidad, te cuestiona muchas cosas.  Por qué el ser humano se nutre de la desigualdad y de la humillación. Las jerarquías, el poder, los clanes, el miedo. ¿Por qué estos chicos quieren seguir viviendo?...por instinto, con la muerte a lado, burlándola todo el tiempo. Ése es el nuevo tema que como actriz tengo la oportunidad de mostrarle a mi público. Duro, pero como se dice en el medio, ese personaje me escogió a mí para hablar de él”.

— ¿Crees que México necesita una Revolución?
— Sí, pero no sé si una revolución armada, como lo que conocemos que conlleva mucha muerte. Creo que va más allá, hay que armar la revolución en los temas culturales del mexicano. Somos un país que va muy lento, las cosas nos rebasan, creo que eso viene a partir de la educación y la cultura.

— Háblanos de los ideales de “Natalia Serdán”.
— Un cambio por sus hijos.

— ¿Por qué actriz?
— Por esta necesidad de cambiar, porque me gusta que me vean, creo que tengo algo que decir, tengo algo que hacer. Creo que un actor es una persona de acción.

— ¿Qué tan importante consideras a la televisión en este país?
— Es sumamente importante, los contenidos es lo que es muy triste, pero los mensajes llegan hasta el último rincón, la provocación que puedes hacer es muy fuerte. Los contenidos ya ni entretienen, podría hablar de una tele casi casi en decadencia. Pero podría hablar de otra generación que empieza a surgir, que va a utilizar ese medio para hacer sus historias y creará nuevas alternativas de contacto con el público.

— Dicen que cada pueblo tiene la televisión que se merece...
— Es muy triste, pero sí hay una relación. Ahora que estuve en la tele con Locas de amor, íbamos a hacer la segunda temporada y no se ha hecho porque la gente quiere ver la telenovela, aunque les guste, aunque hayan aceptado ese nuevo producto, esa nueva historia contada de una manera diferente. Prefieren lo conocido.

— Si tuvieras la oportunidad de ser la presidenta de México ¿qué cambiarías hoy?
— Wow. Lo primero que cerraría son las escuelas y reformularía totalmente la educación. No se aprende nada en la escuela. Replanteemos la manera de convivir y cómo a través de ello aprendemos las cosas; aprendemos a hablar. Van apareciendo las necesidades sociales. Qué necesita México. No necesitas aprenderte más o menos la Historia del país, más o menos Ciencias Naturales... ¡no! No hay fin educativo, humano ¡nada!

— ¿Qué te dicen nombres como Carlos Monsiváis y Germán Dehesa?
— Intelectuales, hombres con palabra, provocadores.

— ¿Beatriz Paredes y Josefina Vázquez Mota?
— Todavía no les creo. Todavía les falta mucho... No me identifico con lo que ellas me dicen.

Dolores Tapia

Perfil
Polifacética

La carrera de Ximena Ayala ha sido vertiginosa, como la Ciudad de México, de donde es originaria. La última década de su vida ha estado dedicada esencialmente al cine, luego de algunos cortometrajes y participaciones en televisión.

Ha sido de todo. Una monja con trastornos alimenticios (Malos hábitos, 2007); una mujer inmersa en un desolado pueblo (Desierto adentro, 2008); una obsesiva en vías de rehabilitación (Locas de amor, 2009); empleada en una dulcería (Asalto al cine, 2011) o un amor de Pancho Villa (Itinerario de una pasión, en posproducción); sin embargo lo mismo se da tiempo para leer guiones, grabar series o compartir sus conocimientos con jóvenes talentos.

Es una de las pocas actrices a quien no se le encasilla, que lo mismo es una joven de clase alta que humilde, y de igual manera brilla en su interpretación.

CRÉDITOS:

Informador Redacción / LEER

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