Marvel Comics publicó Conan el Bárbaro y La espada salvaje de Conan entre los años setenta y noventa. J. LÓPEZ
- El guerrero que sobrevivió a los efectos especiales
El más famoso hijo del escritor Robert E. Howard, y personaje de culto, llega al cine en formato 3DGUADALAJARA, JALISCO (07/SEP/2011).- En una época que nunca existió, un guerrero de una nación tenebrosa erró por el mundo sembrando su particular idea de la justicia: ningún hombre debería vivir encadenado, así debiera enfrentar monstruos, tiranos o bestias sobrenaturales. Para triunfar, Conan de Cimmeria debió ser el más inmisericorde luchador, con el hacha, la espada o la lanza. Y la historia registra que lo fue.
Conan el Bárbaro fue el hijo más famoso de la pródiga mente del escritor Robert E. Howard, uno de los grandes impulsores de las publicaciones pulp en Estados Unidos, en los años treinta del siglo XX. Tan famoso, que tenía que volver a los círculos del siglo XXI en la forma de una nueva película, que este fin de semana se estrena en Guadalajara.
Antes de la película hay, por supuesto, unos 80 años de historia alrededor de este personaje, que incluyen no sólo la obra narrativa de Howard, sino también un culto inagotable alrededor del mundo. Y, como ponerse a la altura de un personaje de 80 años no es sencillo, las críticas malas le han llovido ya a la cinta recién estrenada. Nada que el poderoso bárbaro no aguante, por supuesto.
Los años de Hiboria La era de Hiboria, en la que se sitúan los relatos originales, es una época perdida posterior al hundimiento de la Atlántida, en la que las fuerzas oscuras de la Naturaleza convivían con atormentados seres humanos, aficionados de por sí a tiranías, masacres y esclavitud.
Todo salió de la febril mente de Robert E. Howard, un joven texano nacido en 1906 y que se suicidó en su Chevy 30 años después, unos dicen que entre penurias económicas, otros que hundido por la enfermedad de su madre. En su corta vida, Howard alcanzó a producir una singular obra contemporánea de autores como el célebre H. P. Lovecraft o el consagrado Theodore Sturgeon. Fueron colaboradores de la revista Weird Tales, la revista central del género pulp: ciencia ficción, espada y brujería, detectives, crímenes e historias sobre lo paranormal, entre excesos, seductoras chicas y hasta amenazas del espacio exterior.
Howard se sumó a la lógica de veloz producción de historias y relatos —además de Conan, se recuerda de él a Solomon Kane, centro de su propio culto—. La leyenda cuenta que estaba buscando un nuevo personaje y recurrió a uno esbozado en un cuento anterior, un sanguinario guerrero consumido por la venganza. Escribió el poema Cimmeria, que retrataba la agreste patria de su nuevo vástago, y se puso a escribir sobre Conan.
Estoico hasta en su fe, el guerrero solía asumir causas perdidas desde el principio, pero triunfaba gracias a que no temía a la muerte. Antihéroe opuesto a la hipocresía humana, se burlaba de una falsa civilización, inmoral y sin respeto por la vida. Howard lo hizo protagonizar un puñado de relatos cortos y un par de novelas; a su muerte en 1936, otros autores continuaron la saga. Como ocurre con muchos otros personajes, Conan cobró vida propia y proyectó su sombra sobre el siglo XX: en el cómic, entre los fans de Calabozos y dragones, en tres series de televisión y en las célebres ilustraciones del pintor Frank Frazetta, quien dio a luz al característico estilo visual del género: musculosos guerreros vencedores de monstruos, flanqueados de jóvenes mujeres con muy, muy poca ropa.
Del Gobernator al contemporáneo
En 1982, el director de cine John Milius —en una decisión que le trajo tremenda popularidad y críticas malas— filmó una adaptación que, en realidad, mezclaba otros relatos y personajes de Howard. Los fans se sintieron insultados, pero la película tuvo éxito inmediato. El protagonista era un desconocido fisicoculturista, un tal Arnold Schwarzenegger, de habilidades histriónicas tan toscas como su personaje, pero que pudo abandonar los gimnasios para gobernar Hollywood y, años después, el Estado de California.
Para Conan el Bárbaro, la película, quedó el culto. Mejor recordada por la estupenda banda sonora de Basil Poledouris, dio lugar a una secuela menos popular, Conan el Destructor, y a una tercera parte sin el musculoso guerrero, Red Sonja. Los años enterraron la franquicia y los fans se pasaron más de dos décadas esperando su reinicio.
La película llegó y se llama, también, Conan el Bárbaro. Filmada por Marcus Nispel —responsable de los remakes de Viernes 13 y Masacre en Texas—, se estrenó en agosto, costó 90 millones de dólares y ha recaudado 41 millones en el mundo, por lo que puede declararse ya su fracaso comercial (y el moral, porque hasta el guionista, Sean Hood, salió a admitirlo en público).
La nueva versión es interpretada por el actor hawaiano Jason Momoa —de la serie de HBO Game of thrones—, quien ha resultado más afortunado: críticos y fans le conceden que se ve mejor que Schwarzenegger y le agradecen que se haya comprometido en la construcción del personaje.
Entre las acusaciones, la principal es que, aunque la cinta de Nispel aprovecha una producción espectacular, la historia parece puesta al servicio de todo ese aparato y, sobre todo, de la tecnología 3D, que denuncian injustificada. Pero los críticos son los peores: para ellos, es un desastre sin argumento, verosimilitud ni respeto por el espectador. “Es la primera película acerca de bárbaros medievales que parece hecha por ellos mismos”, escribió un reseñista del Daily Mail de Inglaterra.
Conan, que le lleva 80 años de ventaja al 3D, a los fans y a los críticos, mantiene su magia original: es el hijo de un mundo violento en el que sobreviven no los más fuertes, sino aquellos dispuestos a pelear por su libertad. Así que, si hay secuela o no, es algo que al cimerio más famoso de la historia le tiene sin cuidado.
• En 1982, el fisicoculturista Arnold Schwarzenegger fue el primer Conan del cine, en el papel que lo convirtió en estrella. El director fue John Milius, productor de la serie de HBO Rome y autor de Dillinger y El viento y el león.
• En los noventa hubo tres series estadounidenses de televisión acerca del bárbaro, como la animación Conan el Aventurero y Conan, protagonizada por el fisicoculturista Ralf Moeller.
• Marvel Comics publicó Conan el Bárbaro y La espada salvaje de Conan entre los años setenta y noventa.
• Otros autores dieron continuación a los relatos sobre Conan; entre ellos estuvo Robert Jordan, autor de la saga La rueda del tiempo.
• Las obras de Howard incluyen unos 20 relatos y dos novelas; han sido publicados en recopilaciones como The complete Chronicles of Conan: Centenary edition
La saga
Para coleccionar
Las obras de Robert E. Howard y de otros autores acerca de Conan han sido recopiladas en varias colecciones. La más reciente fue una especial de la editorial española Timun Mas. Difícil de encontrar en librerías, Conan está muy presente, es en Amazon.com, en donde hay ofertas de colecciones como The complete Chronicles of Conan.
El dato
Bien acompañado
En 120 minutos de película se aprecian las actuaciones de Jason Momoa, Rose McGowan, Rachel Nicols, Stephen Lang y Ron Perlman.
Conan el Bárbaro fue el hijo más famoso de la pródiga mente del escritor Robert E. Howard, uno de los grandes impulsores de las publicaciones pulp en Estados Unidos, en los años treinta del siglo XX. Tan famoso, que tenía que volver a los círculos del siglo XXI en la forma de una nueva película, que este fin de semana se estrena en Guadalajara.
Antes de la película hay, por supuesto, unos 80 años de historia alrededor de este personaje, que incluyen no sólo la obra narrativa de Howard, sino también un culto inagotable alrededor del mundo. Y, como ponerse a la altura de un personaje de 80 años no es sencillo, las críticas malas le han llovido ya a la cinta recién estrenada. Nada que el poderoso bárbaro no aguante, por supuesto.
Los años de Hiboria La era de Hiboria, en la que se sitúan los relatos originales, es una época perdida posterior al hundimiento de la Atlántida, en la que las fuerzas oscuras de la Naturaleza convivían con atormentados seres humanos, aficionados de por sí a tiranías, masacres y esclavitud.
Todo salió de la febril mente de Robert E. Howard, un joven texano nacido en 1906 y que se suicidó en su Chevy 30 años después, unos dicen que entre penurias económicas, otros que hundido por la enfermedad de su madre. En su corta vida, Howard alcanzó a producir una singular obra contemporánea de autores como el célebre H. P. Lovecraft o el consagrado Theodore Sturgeon. Fueron colaboradores de la revista Weird Tales, la revista central del género pulp: ciencia ficción, espada y brujería, detectives, crímenes e historias sobre lo paranormal, entre excesos, seductoras chicas y hasta amenazas del espacio exterior.
Howard se sumó a la lógica de veloz producción de historias y relatos —además de Conan, se recuerda de él a Solomon Kane, centro de su propio culto—. La leyenda cuenta que estaba buscando un nuevo personaje y recurrió a uno esbozado en un cuento anterior, un sanguinario guerrero consumido por la venganza. Escribió el poema Cimmeria, que retrataba la agreste patria de su nuevo vástago, y se puso a escribir sobre Conan.
Estoico hasta en su fe, el guerrero solía asumir causas perdidas desde el principio, pero triunfaba gracias a que no temía a la muerte. Antihéroe opuesto a la hipocresía humana, se burlaba de una falsa civilización, inmoral y sin respeto por la vida. Howard lo hizo protagonizar un puñado de relatos cortos y un par de novelas; a su muerte en 1936, otros autores continuaron la saga. Como ocurre con muchos otros personajes, Conan cobró vida propia y proyectó su sombra sobre el siglo XX: en el cómic, entre los fans de Calabozos y dragones, en tres series de televisión y en las célebres ilustraciones del pintor Frank Frazetta, quien dio a luz al característico estilo visual del género: musculosos guerreros vencedores de monstruos, flanqueados de jóvenes mujeres con muy, muy poca ropa.
Del Gobernator al contemporáneo
En 1982, el director de cine John Milius —en una decisión que le trajo tremenda popularidad y críticas malas— filmó una adaptación que, en realidad, mezclaba otros relatos y personajes de Howard. Los fans se sintieron insultados, pero la película tuvo éxito inmediato. El protagonista era un desconocido fisicoculturista, un tal Arnold Schwarzenegger, de habilidades histriónicas tan toscas como su personaje, pero que pudo abandonar los gimnasios para gobernar Hollywood y, años después, el Estado de California.
Para Conan el Bárbaro, la película, quedó el culto. Mejor recordada por la estupenda banda sonora de Basil Poledouris, dio lugar a una secuela menos popular, Conan el Destructor, y a una tercera parte sin el musculoso guerrero, Red Sonja. Los años enterraron la franquicia y los fans se pasaron más de dos décadas esperando su reinicio.
La película llegó y se llama, también, Conan el Bárbaro. Filmada por Marcus Nispel —responsable de los remakes de Viernes 13 y Masacre en Texas—, se estrenó en agosto, costó 90 millones de dólares y ha recaudado 41 millones en el mundo, por lo que puede declararse ya su fracaso comercial (y el moral, porque hasta el guionista, Sean Hood, salió a admitirlo en público).
La nueva versión es interpretada por el actor hawaiano Jason Momoa —de la serie de HBO Game of thrones—, quien ha resultado más afortunado: críticos y fans le conceden que se ve mejor que Schwarzenegger y le agradecen que se haya comprometido en la construcción del personaje.
Entre las acusaciones, la principal es que, aunque la cinta de Nispel aprovecha una producción espectacular, la historia parece puesta al servicio de todo ese aparato y, sobre todo, de la tecnología 3D, que denuncian injustificada. Pero los críticos son los peores: para ellos, es un desastre sin argumento, verosimilitud ni respeto por el espectador. “Es la primera película acerca de bárbaros medievales que parece hecha por ellos mismos”, escribió un reseñista del Daily Mail de Inglaterra.
Conan, que le lleva 80 años de ventaja al 3D, a los fans y a los críticos, mantiene su magia original: es el hijo de un mundo violento en el que sobreviven no los más fuertes, sino aquellos dispuestos a pelear por su libertad. Así que, si hay secuela o no, es algo que al cimerio más famoso de la historia le tiene sin cuidado.
• En 1982, el fisicoculturista Arnold Schwarzenegger fue el primer Conan del cine, en el papel que lo convirtió en estrella. El director fue John Milius, productor de la serie de HBO Rome y autor de Dillinger y El viento y el león.
• En los noventa hubo tres series estadounidenses de televisión acerca del bárbaro, como la animación Conan el Aventurero y Conan, protagonizada por el fisicoculturista Ralf Moeller.
• Marvel Comics publicó Conan el Bárbaro y La espada salvaje de Conan entre los años setenta y noventa.
• Otros autores dieron continuación a los relatos sobre Conan; entre ellos estuvo Robert Jordan, autor de la saga La rueda del tiempo.
• Las obras de Howard incluyen unos 20 relatos y dos novelas; han sido publicados en recopilaciones como The complete Chronicles of Conan: Centenary edition
La saga
Para coleccionar
Las obras de Robert E. Howard y de otros autores acerca de Conan han sido recopiladas en varias colecciones. La más reciente fue una especial de la editorial española Timun Mas. Difícil de encontrar en librerías, Conan está muy presente, es en Amazon.com, en donde hay ofertas de colecciones como The complete Chronicles of Conan.
El dato
Bien acompañado
En 120 minutos de película se aprecian las actuaciones de Jason Momoa, Rose McGowan, Rachel Nicols, Stephen Lang y Ron Perlman.
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