Escena de la película El gran concierto (Francia, 2009), dirigida por Radu Mihaileanu. Fuente Externa
SANTO DOMINGO. En el mundo de la cultura existen instituciones emblemáticas que condensan las expresiones artísticas de toda una nación, tal es el caso del Teatro Bolshoi de Moscú, templo de la música, la ópera y la danza eslava.
Fundado en 1776, es hoy en día al mismo tiempo uno de los teatros más grandes de Europa y una prestigiosa compañía artística. Tan antiguo como la misma Rusia, ha visto cambiar de manos el poder de la monarquía al comunismo y de éste a los nuevos zares de los recursos naturales.
"El gran concierto" tiene como centro al Bolshói y nos cuenta, en tono de tragicomedia, una historia en que se mezclan la música de Chaikovski y la crítica política.
Una historia de músicos
Andrey Simonovich Filipov es un joven y genial director de orquesta que cae en desgracia durante la época de Leonid Brézhnev. Desde entonces trabaja como encargado de limpieza en el teatro, condenado a ver y escuchar desde la galería cómo se deteriora la institución. Pero su revancha vendrá gracias a una invitación que llega desde París. Decidido a cambiar su historia, Andrey resucita una sumergida orquesta entre músicos judíos y gitanos marginados por la política, para suplantar a la orquesta oficial. Pero no sólo le motiva dirigir, también quiere resolver un capítulo oculto de su historia personal que le vincula a una joven y famosa violinista francesa.
Tono alegro ma non troppo
Uno de los aspectos más destacables de esta película es la progresión dramática del guión. Inicia como mordaz comedia que se mofa de la política cultural en tiempos de la Unión Soviética y se ríe del carácter ruso. Paso a paso, va cambiando para adentrarse en aspectos espirituales de la música, hasta llegar a desnudar un drama oscuro y profundo. Tal proeza narrativa solo es posible gracias a una sólida construcción de los personajes, que van gradualmente atrayendo al espectador hacia una fascinante complicidad total.
Música, cine y cultura eslava
Según algunos autores, el alma rusa puede vislumbrarse en los personajes de Fiódor Dostoyevski y en las notas de Piotr Ilich Chaikovski. Seguro es una exageración, pero nadie es el mismo después de leer "Crimen y castigo", o de escuchar el "Concierto para violín". El crítico Ossovski escribió sobre Chaikovski y Dostoyevski: "Con una pasión oculta ambos se detienen ante los momentos de horror, ante el sentimiento total de derrumbe y encuentran aguda dulzura en la fría trepidación del corazón ante el abismo, ambos obligan al lector a experimentar estos sentimientos también".
Mismo norte es el que guía al rumano Radu Mihaileanu, guionista y director de este filme, que con soltura y pulso firme dirige una compleja puesta en escena, cargada de personajes secundarios muy bien perfilados. Punto aparte merece Aleksey Guskov, a cargo del rol principal, cuyo magistral manejo de cejas determina en gran medida la credibilidad de su personaje.
Como filme crítico en torno a música y cultura, es imposible no relacionar esta película con el documental "Buenavista Social Club", de Win Wenders. Si bien diferentes en forma y estilo, constituyen retratos acabados del fracaso del modelo cultural totalitario, que privilegiara la propaganda por sobre la expresión artística genuina. Lapidaria es la frase de Andrey ante su antiguo comisario: "El único comunismo real es el que se produce en un concierto gracias a la magia de la música y sólo dura unos minutos".
Recomendable para toda persona interesada en la buena música (la hay de todos los géneros), para estudiantes y profesores de música, y por supuesto, para los amantes del buen cine.
Ficha Técnica
Le concert. Francia, 2009
Dirección: Radu Mihaileanu
Guión: Radu Mihaileanu, basado en una historia de Héctor Cabello Reyes & Thierry Degrandi
Música: Armand Amar
Fotografía: Laurent Dailland
Intérpretes:
Aleksey Guskov
Dmitri Nazarov
Mélanie Laurent
François Berléand
Miou-Miou
Valeriy Barinov
Fundado en 1776, es hoy en día al mismo tiempo uno de los teatros más grandes de Europa y una prestigiosa compañía artística. Tan antiguo como la misma Rusia, ha visto cambiar de manos el poder de la monarquía al comunismo y de éste a los nuevos zares de los recursos naturales.
"El gran concierto" tiene como centro al Bolshói y nos cuenta, en tono de tragicomedia, una historia en que se mezclan la música de Chaikovski y la crítica política.
Una historia de músicos
Andrey Simonovich Filipov es un joven y genial director de orquesta que cae en desgracia durante la época de Leonid Brézhnev. Desde entonces trabaja como encargado de limpieza en el teatro, condenado a ver y escuchar desde la galería cómo se deteriora la institución. Pero su revancha vendrá gracias a una invitación que llega desde París. Decidido a cambiar su historia, Andrey resucita una sumergida orquesta entre músicos judíos y gitanos marginados por la política, para suplantar a la orquesta oficial. Pero no sólo le motiva dirigir, también quiere resolver un capítulo oculto de su historia personal que le vincula a una joven y famosa violinista francesa.
Tono alegro ma non troppo
Uno de los aspectos más destacables de esta película es la progresión dramática del guión. Inicia como mordaz comedia que se mofa de la política cultural en tiempos de la Unión Soviética y se ríe del carácter ruso. Paso a paso, va cambiando para adentrarse en aspectos espirituales de la música, hasta llegar a desnudar un drama oscuro y profundo. Tal proeza narrativa solo es posible gracias a una sólida construcción de los personajes, que van gradualmente atrayendo al espectador hacia una fascinante complicidad total.
Música, cine y cultura eslava
Según algunos autores, el alma rusa puede vislumbrarse en los personajes de Fiódor Dostoyevski y en las notas de Piotr Ilich Chaikovski. Seguro es una exageración, pero nadie es el mismo después de leer "Crimen y castigo", o de escuchar el "Concierto para violín". El crítico Ossovski escribió sobre Chaikovski y Dostoyevski: "Con una pasión oculta ambos se detienen ante los momentos de horror, ante el sentimiento total de derrumbe y encuentran aguda dulzura en la fría trepidación del corazón ante el abismo, ambos obligan al lector a experimentar estos sentimientos también".
Mismo norte es el que guía al rumano Radu Mihaileanu, guionista y director de este filme, que con soltura y pulso firme dirige una compleja puesta en escena, cargada de personajes secundarios muy bien perfilados. Punto aparte merece Aleksey Guskov, a cargo del rol principal, cuyo magistral manejo de cejas determina en gran medida la credibilidad de su personaje.
Como filme crítico en torno a música y cultura, es imposible no relacionar esta película con el documental "Buenavista Social Club", de Win Wenders. Si bien diferentes en forma y estilo, constituyen retratos acabados del fracaso del modelo cultural totalitario, que privilegiara la propaganda por sobre la expresión artística genuina. Lapidaria es la frase de Andrey ante su antiguo comisario: "El único comunismo real es el que se produce en un concierto gracias a la magia de la música y sólo dura unos minutos".
Recomendable para toda persona interesada en la buena música (la hay de todos los géneros), para estudiantes y profesores de música, y por supuesto, para los amantes del buen cine.
Ficha Técnica
Le concert. Francia, 2009
Dirección: Radu Mihaileanu
Guión: Radu Mihaileanu, basado en una historia de Héctor Cabello Reyes & Thierry Degrandi
Música: Armand Amar
Fotografía: Laurent Dailland
Intérpretes:
Aleksey Guskov
Dmitri Nazarov
Mélanie Laurent
François Berléand
Miou-Miou
Valeriy Barinov
diariolibre.com
De Mario Núñez Muñoz
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